¿Quién es el culpable? Puede ser Joe Biden, el sinnúmero de programas radiales y televisivos sobre el tema, los youtubers que se han hecho famosos hablando sobre sus avistamientos o, sencillamente, Hollywood, una industria cinematográfica que ha incrustado en nuestra mente la forma de cómo son los ovnis.
Creyentes y escépticos pueden disertar sobre la existencia de los objetos voladores no identificados, pero ambos espectros tienen en su galería mental a los platillos voladores y la rapidez y rareza como vuelan en el cielo. No obstante, en el ámbito de los que investigan estos fenómenos también hay otros elementos: los osnis. (Lea: “Merecemos saber la verdad”: GPTZero, el mejor detector de ChatGPT)
Osni es un término que hace referencia a Objeto Sumergible No Identificado. Son artefactos submarinos que han sido avistados desde siempre por barcos, aviones militares y pueblos costeros. Su naturaleza artificial es desconocida, pues aparecen o se sumergen en el agua de mares o lagos. Para algunas voces son los mismos ovnis que, para desaparecer, juegan a ser alcatraces, comprobando su tecnología anfibia.
Según la Universidad Jorge Tadeo Lozano, son muy pocos los indicios físicos de los osnis, tan solo fotografías o imágenes en movimiento que, aunque sean lejanas o borrosas y con poco detalle, como suele suceder con los objetos voladores no identificados, son imágenes que constatan la realidad de estos objetos sumergibles.
Para el escritor Rodrigo Torrent, la existencia de osnis se basa en la posibilidad de que la civilización humana esté inmersa dentro de otra civilización galáctica mucho más grande, y no es una idea absurda, pues los últimos estudios han determinado que realmente podemos estar cercanos a una comunicación extraterrestre.
La Tadeo expone las teorías de varios investigadores sobre que la Tierra podría estar inmersa en una o varias civilizaciones galácticas que no desean contactar con la sociedad humana, así que, a partir de las teorías dadas, se puede decir que dicha civilización habría llegado al planeta y que habría decidido establecerse y habitar en lagos y océanos para no ser detectada.
“No hay evidencia de que estos fenómenos tengan un origen extraterrestre, pero el tema no puede ser más importante, porque atañe tanto a la seguridad nacional como a la del tráfico aéreo y marítimo”, expusieron.
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