Desde su casa en el barrio Los Alpes, Liliana Ricardo les envía un mensaje a todos los cartageneros y colombianos en general: “La clave para vencer al coronavirus es la obediencia”. Esta psicopedagoga, de 54 años, cuenta cómo en apenas un mes le cambió la vida por culpa del COVID-19: su hermano, el taxista Arnold de Jesús Ricardo, murió y ella misma se contagió. Con el miedo de padecer la falta de oxígeno que terminó por llevarse a su hermano, ella pasó la enfermedad sola en su apartamento, pero gracias a la calidad de los profesionales de Coosalud que la atendieron y a la humanidad de sus vecinos, periodistas y más, ella hoy se mantiene en pie y puede decir que el coronavirus es un capítulo cerrado en su salud: el 4 de abril pasado le dieron los resultados de su más reciente prueba y fueron negativos.
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